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Maite Martínez Águila, estellesa de 28 años afincada en Peralta, y su animal, Quirino, compiten este jueves y viernes en las Caballerizas Reales de Córdoba en el Campeonato de Europa del Caballo Lusitano.

“Esta es mi vida; caballos, caballos y caballos; y así soy feliz. No necesito nada más”, dice Maite Martínez, describiendo lo que para ella siempre ha sido su mundo y su pasión, algo que comenzó como un hobby de niña y que ahora la ha llevado a lo más alto del panorama nacional. Este jueves a las 12.00 horas y el viernes a partir de las 08.30 horas, competirá en Córdoba tras haber quedado subcampeona en el campeonato nacional con Quirino.

“Más que nerviosa, creo que no soy consciente de dónde voy a estar; no me hago a la idea. Eso sí, cuando me meto en competición, lo hago de lleno; no hay nada que me saque de esa concentración. Mi objetivo es disfrutar, que es en las Caballerizas Reales de Córdoba, y ahí no se va todos los días. Después, espero que el caballo esté tranquilo, que funcione y que saque una buena media; tampoco voy a pretender ganar dado que van a estar hasta cuatro jinetes olímpicos”, comenta Maite con humildad y realismo.

Desde pequeña, Maite mostró un amor incondicional por los caballos. Tras insistirle repetidamente a sus padres, a los 7 años le compraron su primer caballo, Gurbi, “un alazán muy bonito con la cara blanca». Como quería empezar a competir, pero Gurbi no era el mejor para ello, lo vendieron y le compraron un caballo español negro. Finalmente, a los 16 años, llegó Espi, el caballo de su vida, un Hannoveriano negro cuatralbo. “Era un seguro de vida. Lo ganaba todo; era muy bueno”, recuerda con nostalgia.

A la hora de competir, Maite explica que se aprende una reprise, un recorrido estipulado por la Federación Hípica Española. «Un día haces un recorrido y al siguiente, otro, y luego te hacen la media». La equitación, añade, es un constante aprendizaje. Se sacó el título de Técnico Deportivo en Disciplinas Hípicas Olímpicas, entrenó con Pablo Hermoso de Mendoza y sigue recibiendo clases para seguir progresando. Actualmente monta a 6 o 7 caballos al día. Al llegar a la finca, “como ya han comido porque tienen comederos automáticos, les echamos forraje, les quitamos lo sucio de la cama y les echamos alfalfa». Luego, con cada caballo sigue una rutina: “Limpio los cascos, lo cepillo, le pongo vendas, lo trenzo, le echo la montura, la cabezada y salgo con él. Luego se lo quito todo, lo ducho y cojo a otro”. Cada sesión suele durar unos 40 minutos.

Quirino, el potro de 4 años con el que va a competir estos días, llegó a su vida de una yeguada antes de cumplir los 3 años. “Era muy grande y muy bruto, pero me gustó desde el principio; tenía muy buen cuello y dorso, y un físico que facilitaba las cosas para la doma. Tenía mucha calidad de trote, de galope, y el paso también era muy bueno; naturalmente tenía aptitudes”, cuenta Maite. Domar a un caballo a un nivel alto de competición requiere de mucha paciencia, usualmente entre 7 y 8 años.

Maite comenzó con Quirino enseñándole lo más básico, desde acostumbrarse a la limpieza de cascos y al herraje, hasta aprender a trabajar en la pista. «Primero le das cuerda para que aprenda a dar vueltas, luego ya con cabezada, cinchuelo, filete y montura. Poco a poco se le enseña a moverse por la pista, a hacer ejercicios de diagonales, y a ganar equilibrio”. Con Quirino ha competido en Logroño, Zaragoza, y ha quedado campeón de Navarra y subcampeón en el Campeonato de España en Badajoz. Aunque es un caballo entero, lo cual puede ser una desventaja al distraerse más en competición, Maite prefiere no caparlos porque “les quitas el potencial de cubrir con ellos. Físicamente, además, son más guapos así”.

Maite es meticulosa en el cuidado de sus caballos para evitar lesiones: “Me aseguro de que la pista esté bien, ni dura ni blanda; siempre salen vendados y les pongo arcilla y doy agua fría”.

Aunque Maite no se plantea llegar a unos Juegos Olímpicos, ya que lo ve imposible, sí quiere seguir disfrutando de su pasión. Compite como hasta ahora, pero también participa en trashumancias y este 12 de octubre expondrá 10 animales en las Ferias de Marcilla. “Es mi hobby, mi pasión; no vivo de esto”, insiste Maite. Junto a su pareja, Luis Pardo, ha comenzado un nuevo proyecto, una pequeña yeguada llamada MPL Lusitanos, que ya está dando sus primeros frutos. Ambos comparten cada día en la finca, construyendo juntos un sueño que parece no tener techo.

Fuente: Diario de noticias

Fotografía: Nerea Pájaro

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